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Reyes y reinos del saber alfonsino

(Treinta testimonios sobre Alfonso Reyes)


Retrato al oleo de Alfonso Reyes
por David Alfaro Siqueiros.
Galería: El Colegio Nacional

Creo que para los mismos mexicanos resultaba Alfonso Reyes demasiado universal, muy europeo. Y, sin embargo, en el fondo, en el más recóndito fondo, era el hijo legítimo de Netzahualcóyotl. Tenía ese fondo legendario de la finura azteca, que se ve en el estilo de viejas poesías precolombinas, de la lengua, del acento que se ha llevado al habla española.

Germán Arciniegas (1900-1999)

Reyes, la indescifrable providencia
Que administra lo pródigo y lo parco,
Nos dio a los unos el sector o el arco,
Pero a ti la total circunferencia.


Jorge Luis Borges

(1899 - 1986)

Para Alfonso Reyes, el erudito como vidente es representativo del papel que toca a los escritores americanos en el concierto de las literaturas europeas. Asimilarnos asimilando: pertenezco a todo lo que me interesa. Lo mejor de la cultura occidental hallaría su desenlace en ese peculiar modo de la traducción propuesto por el mexicano. Se trata ni más ni menos de escenificar de nueva cuenta los mitos y representaciones occidentales con un “alma mexicana”

Adolfo Castañón (1952)

Nosotros, los hijos del Che (...) no entramos ya en el circo retórico del humanismo del que has sido alta y hermosa rama al viento de una historia que se acaba para dejar lugar a la era del hombre nuevo (…) Cuando digo los hijos del Che es América latina a la que nombro, su laborioso pero inevitable despertar a una historia en la que guerrilla y lenguaje cesan cada vez más de ser dominios reservados, en la que desde las selvas y los libros, las ciudades y los poemas, se libra una batalla para alcanzar lo que tú has creído posible desde el gabinete sereno del humanista (…) Erasmo mexicano, viejo hermano, Alfonso Reyes.
Julio Cortázar
(1914-1984)

A lo largo de los años que vivió fuera de su país, Alfonso Reyes tuvo mucho de exiliado y probablemente algo de inmigrante. De hecho, no podemos olvidar que su carrera diplomática se inició como una especie de exilio. Asimismo, durante el periodo de más de veinte años que vivió lejos de México, las saudades de «la región más transparente» siempre alimentaron su pluma de escritor; pero probablemente también lo mantuvieron en muchas ocasiones en esta especie de limbo en la que suelen vivir los inmigrantes a quienes siempre se les recuerda que no son del lugar donde habitan y constantemente se les pregunta si pretenden regresar a su país y cuándo lo harán.

Regina Crespo
(1961)

Polígrafo de raza, a Reyes le van cayendo encargos varios que cumple puntual. Retoma una de sus rutas de navegación literaria, la pesquisa erudita, en el Centro de Estudios Históricos. Tras los pasos de Onís, él y Guzmán fundan en el semanario España de José Ortega y Gasset, la crítica cinematográfica en lengua española. Aludo por supuesto a la sección Frente a la pantalla firmada "Fósforo" (¿destello de luz en la caverna ffimica, neoplatónica?). Amén de que uno y otro, Reyes y el futuro autor de La sombra del caudillo, merodean las tiendas de la Plaza Mayor intentando -en vano- colocar las acuarelas de su amigo Acevedo.

Fernando Curiel
(1942)

Alfonso Reyes vivía en una casita color mamey junto al Hotel Marik en Cuernavaca. Me invitaba a pasar temporadas con él y  como yo era adolescente y flojo sólo le acompañaba a partir de las once de la mañana, cuando Don Alfonso  se sentaba a florear a las muchachas que pasaban por la plaza que entonces lo era de laureles y no de cemento; no sé si el hombre cuadrado y rubicundo que se sentaba en la mesa de al lado era un cónsul británico aplastado por la cercanía del volcán, pero si Reyes, ante el espectáculo del mundo, citaba a Lope y a Garcilaso, nuestro vecino el bebedor de mezcal contestaba, sin mirarnos, con las stanzas más lúgubres de Marlowe y John Donne.

Carlos Fuentes
(1928 - 2012)

La obra de Reyes es literatura de erudición y de ideas, esto último no sólo en el sentido corriente, exclusivamente el de la bella literatura que da expresión a ideas, ya como temas, ya como incidentes o accidentes, sino también en el que puede darse al término para que abarque la ciencia y filosofía de literatura.

José Gaos
(1900-1969)

La asistencia de Carlos Fuentes a ‘la Capilla’ podía ser individual o en grupo. En un inicio solía ir junto con Jaime García Terrés, Ramón Xirau u Octavio Paz, en ocasiones acompañados de sus novias o jóvenes esposas. Los motivos y pretextos iban desde felicitarlo por el final o el inicio del año, por su cumpleaños, para celebrarle algún premio o reconocimiento, o bien lo llevaban a su casa después de sus conferencias en El Colegio Nacional. Pareciera que en esos encuentros en la Capilla, Reyes escogía y preparaba futuros relevos generacionales, o simplemente reclutaba a algunos becarios para El Colegio de México.

Javier Garciadiego Dantan
(1951)

Es bien reiterar en todos los tonos que Alfonso Reyes constituye, en el contexto de nuestra literatura, una cumbre evidente. Su disciplina, su tenacidad, su sabiduría y su funcional elegancia le permitieron inaugurar en México una verdadera crítica moderna. Su dominio del lenguaje saneó el panorama literario y alentó la transparencia de sus palabras. Sus poemas rescataron valores que el versolibrismo desenfrenado había pretendido liquidar. Su afectuoso acercamiento a los jóvenes confirmó más de una vocación. Y la improvisación irresponsable sufrió a sus manos una derrota excepcional en nuestros anales patrios.

Jaime García Terrés
(1924-1996)

Reyes aplaca a sus fantasmas con su famosa oración del 9 de febrero, escrita en 1930 en Buenos Aires: «Yo me había hecho ya a la ausencia de mi padre y hasta había aprendido a recorrerlo de lejos como se hojea en la mente un libro que se conoce de memoria». El padre -y también la Madre Patria- se fusionan en curiosa entelequia sólo dirimida por la literatura. A él logra traerlo cabe de sí a modo de atmósfera, de aura, a ella la recrea en sus textos, la revive en "Visión de Anáhuac" o en "Palinodia del polvo", obra de 1940, de factura elegiaca, con tonos imprecatorios. Al padre lo asimila, lo introyecta: «Yo siento que desde el día de su partida, mi padre ha empezado a entrar en mi alma y a hospedarse en ella a sus anchas. Ahora creo haber logrado ya la absorción completa y -si la palabra no fuera tan odiosa- la digestión completa».

Margo Glantz
(1930)

Alfonso querido: gracias por su libro lleno del favor de los dioses. Tiene cosas preciosas y cosas que me emocionan. Es admirable su soltura, su aplomo, su señorío del verso. Apolo ha de estar celoso. La poesía le estás siendo un lebrel sumiso. Le manda Ud. con gesto displicente o con ademán de juego y ella le obedece con la docilidad de la bestezuela para el amo definitivamente aceptado. Poeta y señor hasta la punta de los dedos.

Juana de Ibarbourou
( 1892-1979)

A principios de 1939, regresa definitivamente a México para emprender la opulenta cosecha que, aunque no había dejado de dar frutos en los años de viajero, ahora, de nuevo en su patria y asentado definitivamente el hermoso templo de su trabajo -su rica biblioteca y sus archivos-, multiplicará un ritmo que había sido siempre generoso. Aquí organiza y preside La Casa de España que luego se transforma en el Colegio de México. Preside desde 1957 hasta su muerte la Academia Mexicana de la Lengua y es miembro fundador de El Colegio Nacional. Enseña literatura y explica temas humanistas. Universidades le otorgan los máximos honores académicos e instituciones culturales de Europa y América solicitan para él el Premio Nobel. En 1955, al cumplirse cincuenta años de su carrera literaria, se comienza la publicación de sus Obras completas. La plenitud de su obra y la constancia de su vocación intelectual le dieron un título que nadie pudo disputarle, el de nuestro más distinguido hombre de letras. Pleno trabajo, la muerte, que tan insistentemente se le había anunciado, rindió su exhausto corazón la mañana del 27 se diciembre de 1959, y fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

José Luis Martínez
(1918 - 2007)

. . . Los trabajos aquí reunidos (tomo XIX de las Obras Completas) fueron llevados a cabo por Reyes en los diez últimos años de su vida, al par de otros que significaban otras tantas aficiones griegas de su espíritu: religión y mitología, filosofía, historia y geografía de Grecia pasaron de su mente a su voz o a su pluma, a la vez, paralelamente. Pero Homero no dormía en él, sino que era su acicate en la fatiga o su recreo en el ocio creador; así se explica que al mismo tiempo que acometía el traslado de la Ilíada compusiera la serie más personal de sonetos: Homero en Cuernavaca.

Ernesto Mejía Sánchez
( 1923-1985)

¡Desconcertante Alfonso Reyes!, hombre salido de nuestra América y en el cual no están los defectos del hombre de nuestros valles: la vehemencia, la Intolerancia, la cultura unilateral. Al revés de eso, una cordialidad fabulosa hacia los hombres. Y las cosas, especie de amistad amorosa del mundo; paralelo con el amor de las criaturas, una riqueza de conocimiento del cual vive ese amor(...) La conversación, una fiesta. ¿Qué fiesta? ¡La del paisaje de Anáhuac que él ha reproducido en una prosa de esmalte: la luz aguda, el aire delgado, las formas vegetales heráldicas. Solidez y finura; antipatía, siempre presente, del exceso. Y la bondad, la bondad circulando por los motivos, suavizando aristas de juicios rotundos! Bondad sin los azúcares de la cortesanía y sin penacho retórico, también como de sangre que corre escondida, pero que se siente, tibia y presente (...) Y el divulgador que divulga con fácil donosura -una especie de profesor a lo Renan, lo suyo-, la historia de México, la flora de México, la revolución de México. Tendría para lo didáctico, si quisiera ejercerlo, el juicio agudo y la expresión bella. ¡Cómo le envidiaría un geógrafo la descripción de la meseta de Anáhuac! Tiene la disertación suya una ceñidura sobria que le da toda la autoridad de lo docente; y para alejarle la antipatía de lo docente, ahí está la gracia, presente.

Gabriela Mistral
(1889-1957)

¿Qué significa hoy Alfonso Reyes? Si se exceptúa a los (no muy numerosos) especialistas, el nombre de Reyes suele evocar al escritor por antonomasia, ensalzado pero apenas leído, el monumento aislado en la reverencia, a quien rodean, en mezcla indisoluble, homenajes justos y desistimientos de lectura, al amparo del mausoleo de las obras completas. Y estas celebraciones por fe y no por demostración no son fáciles de explicar si se toma en cuenta que, en su combinación de sabiduría y amenidad, Reyes es absolutamente legible. . .

Carlos Monsiváis
(1938-2010)

Algo muy especial en Alfonso era su sonrisa, sonrisa como de la inteligencia. Alguna vez escribió que había sido coleccionista de sonrisas y que dejó de serlo porque un día se sorprendió dando un pésame con una sonrisa, "una sonrisa externa, obligada, inconsciente, disciplinada, muerta". Entonces empezó a desconfiar de la sonrisa y se hizo coleccionista de miradas.

Victoria Ocampo
(1890-1979)

Junto a Reyes "menor" y encantador que sembró no un bonsai sino un bosque de bonsais ocultos en la maleza de las Obras completas, hay el académico capaz de hacer libros unitarios tan rigurosos como El deslinde, La antigua retórica, La crítica en la edad ateniense. ¿La Universidad desaprovechó a Reyes? (Por lo demás, gran conferencista, el primero que aplicó en México la fórmula de Ortega y Gasset para no matar de tedio al auditorio: "Sea usted histrión"). No, porque su ámbito no era el aula ni el cubículo sino el café, la redacción y el salón. Reyes no es un magister sino un conversador. Su obra es una conversación interminable que escuchamos con los ojos, como en el verso de Quevedo.

José Emilio Pacheco
(1939 - 2014)

De niño, Alfonso dibujaba muy bien. Contaba cómo la maestra hacía pasear por todo el colegio los dibujos detallados que él trazaba en su pizarra. Le pronosticaban una vocación de artista, pero luego nunca aprendió a dibujar. Se contentó con esbozar de vez en cuando unos perfiles de monumentos, de paisajes... Todos conocemos su visión de la ciudad de Monterrey, al pie del Cerro de la Silla, que escogió como divisa. Figuró en su papel de escribir, luego en su revista Monterrey. Más tarde la grabarían en su tumba, acompañada siempre por estos versos familiares llenos de nostalgia:

Hermoso Cerro de la Sía
quien estuviera en tu horqueta
una pata pa Monterrey
y la otra pa Cadereyta.

Paulette Patout

Pacto, acuerdo, equilibrio: estas palabras son frecuentes en la obra de Reyes y definen una de las direcciones centrales de su pensamiento. Algunos, no contentos con acusarlo de "bizantinismo" (hay críticas que, en ciertos labios, resultan elogios), le han reprochado su moderación. ¿Espíritu moderado? No lo creo, al menos de la manera simple con que quieren verlo las inteligencias simplistas. Espíritu en busca de equilibrio, aspiración hacia la medida; y también, gran apetito universal, deseo de abarcarlo todo, lo mismo las disciplinas más alejadas que las épocas más distantes.

Octavio Paz
(1914-1998)

La vida de don Alfonso está en sus archiveros. No hay una carta que no esté registrada, una persona que le haya interesado que no tenga su ficha correspondiente; sabe de los libros importantes que se han publicado en todo el mundo; cuántas revistas se han editado en los últimos veinte años. Le pregunto por algún escritor, uno de sus muchos amigos (Borges, por ejemplo, está en la cabecera de su cama, es una fotografía triste) y él se pone de pie: “¡Espérame un momento, voy a informarte con toda exactitud, chiquitita!”… Explora en varios de sus numerosos cajoncitos y saca dos o tres tarjetas, “Mira aquí está la última carta que me envió. Me dice que está compilando una Antología de la Literatura Catalana y que proyecta un viaje a la Isla de Guam, isla que pertenece a Estados Unidos, en Oceanía.”
A tal punto impresionan los sistemas archivológicos de don Alfonso, que su fiel criada, según averiguó un día Manuelita, guardaba en su cuarto uno de esos cajones de jabón, y lo tenía lleno de papeles. En la parte de afuera del cajón había escrito un letrero: “Papeles rotos del escritor Alfonso Reyes”. Resulta que, al hacer limpieza, junto al escritorio, la criada recogía con devoción las cuartillas desechadas que encontraba en el cesto, y ella las desarrugaba con todo cuidado y después las ordenaba. (Francamente yo a esta criada le daría por lo menos el Premio Alfonso Reyes–– en vez de Carlos Fuentes–– pero resulta que nadie se ha preocupado por localizarla.)

Elena Poniatowska
(1932)

¿Por qué titula Fuentes su obra "La región más transparente"? La expresión había sido forjada –rescatada o prestigiada– en 1917 por Alfonso Reyes como declaración de principios o invitación al viaje al frente de su Visión de Anáhuac, texto escrito tres años después de la muerte de su padre, ese 9 de febrero de 1913 en que se convierte en la primera víctima visible de la Decena Trágica. Reyes escribe en el exilio y con la firme voluntad de exorcizar fantasmas de la venganza y el rencor. Síntesis del paisaje que ojos extranjeros tuvieron de nuestra antigua tierra y de cómo la imaginación y la realidad fueron delineando los contornos de un paisaje que es inevitablemente nuestro. A esa expresión llegó Reyes luego de varias generaciones de propios y extraños que habían dejado testimonio de su admiración por la transparencia inverosímil del aire.

Vicente Quirarte
(1956)

La historia universal de las letras recoge pocos casos de escritores y pensadores en los que, de manera tan cabal e integra como en Alfonso Reyes, se confunden el ejercicio de la vocación y el de la propia vida. Esta peculiar simbiosis hace posible la expresión del mundo interior del autor, pero a la vez propicia, en una acción integradora en la cual se perfila tanto el individuo como su propio momento histórico, la visión y comprensión de una época y una sociedad.

Alfonso Rangel Guerra
(1928)

Pero si el texto de Visión de Anahuac me fascinó, más me subyugó oirlo en la voz de su autor. Verdadero goce auditivo, delicia pura, cadencia descriptiva. Reyes nos toma de la mano, desde el instante mismo en que escuchamos su epígrafe y nos convida a adentrarnos en esas estampas donde "los barcos diminutos se deslizan por una raya que cruza el mar...", para envolvernos, poco a poco, con sus frases irreprochables por la poesía de la imagen, por la armonía sabia y, a veces, solemne o por el colorido de los términos escogidos.

Alicia Reyes
(1940)

La praxis dramática en Reyes no se limitó a la escritura de distintos géneros de ficción dramática. Su interés en el teatro iba desde la investigación sobre el primer estímulo generador de un texto como experiencia a priori de la escritura, hasta la práctica del discurso crítico, esto es la experiencia a posteriori de la crítica literaria. Reyes recorrió todos los espacios y los tiempos del espectro dramático. Parafraseando a José Zorrilla podría decirse que Reyes en contraposición a su don Juan, "a los palacios subió y a las cabañas bajó, y en todas partes dejó sabia memoria de sí." Los ensayos y comentarios críticos que deja esparcidos a lo largo y ancho de su producción literaria, sobre dramaturgos y comediantes, aparte de sus propios textos dramáticos, son indicadores de una exhaustiva investigación sobre el teatro desde la época más remota de Grecia, hasta la de sus coetáneos y contemporáneos, pasando por los Siglos de Oro de España y el teatro mexicano de todas sus épocas.

Marcela del Río Reyes
(1932)

Borges se concentra más en los cuentos o 'ficciones' de invención metafísica, fabricando sistemas y seudosistemas de pensamiento. Reyes se dedica más plenamente al libre ensayismo, recorriendo una gama temática más amplia y oscilando entre la aspiración a la armonía clásica y el agonismo metafísico en que se acerca a Borges, dimensión ésta, sin embargo, quizá más importante de lo que se ha supuesto en Reyes.

James W. Robb
(1926-2012)

Alejado del México estóico, lo ha seguido siempre con apasionada inteligencia, repasando sus gestos de ayer, meditando con sus actuales gestos. Y ha sido para él preocupación constante ahondar e insistir en la tarea de encontrar el carácter, el alma nacional, ya en creaciones directas: versos, ensayos; ya en re-interpretaciones históricas, sin la limitación que la palabra historia trae consigo. Su "Visión de Anáhuac", obra sólida en la que el dato histórico y el paisaje aparecen vivos, vueltos a crear, es una prueba realizada de su intento.

Xavier Villaurrutia
(1903 - 1950)

Sus críticos, algunos de ellos excelentes críticos y algunos primerísimos escritores, han sucumbido con demasiada frecuencia a la tentación de definir la obra de Reyes. No creo que sea posible definirla. Cuando se trata de hacerlo se confunde la vida de la obra con el género literario a que pertenece. Y así tenemos a Reyes erudito, a Reyes ensayista, a Reyes poeta, a Reyes crítico, a Reyes helenista. A quien trate de definir a Reyes siempre le sobran páginas de una obra que rehuye la definición.

Ramón Xirau
(1924-2017)

Durante su primera estancia en Buenos Aires Alfonso Reyes viaja con cierta frecuencia a Montevideo y allí siempre visita a Juana de Ibarbourou y a veces ve a Luisa Luisi. Elllas son las únicas firmas uruguayas que aparecen en Contemporáneos gracias a Reyes quien difunde esa importante revista por el Río de la Plata.

Serge I. Zaïtzeff
(1940-2017)

Los inspectores de Alfonso Reyes parecen más afortunados, pero no lo son. Una y otra vez han descubierto que sus conocimientos del griego eran limitados, que sus credenciales académicas (una simple licenciatura en derecho) eran del todo insuficientes para los temas que trataba. Que, en muchos casos, manejaba fuentes de segunda mano. Peor aún: que, en tal o cual caso, no hizo más que poner en sus propias palabras materiales ajenos. Para decirlo soezmente: que sus ensayos eran divulgación. ¿Cuál es el campo de su autoridad? Escribe bien, pero de todo. No puede ser. Entra y sale por los dominios universitarios, sin respetar jurisdicciones. Saquea la biblioteca, como si toda fuera suya.

Gabriel Zaid
(1934)

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Investigación y edición: Braulio Hornedo Rocha y Carolina Moreno Echeverry
Cátedra Alfonso Reyes en Cuernavaca

 

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