Reyes y su Capilla Alfonsina

"Hay que interesarse por las anécdotas. Lo menos que hacen es divertirnos. Nos ayudan a vivir, a olvidar por unos instantes: ¿hay mayor piedad?... Hay que interesarse por los recuerdos, harina que da nuestro molino."

Reloj de sol. Obras completas IV, 359


Así como tú tienes tus juguetes preferidos y te gusta coleccionar estampas, Alfonso Reyes guardaba, en su casa: fotos, juguetes, diplomas, medallas, cartas, cuadros u objetos que nos cuentan la historia de su vida. Si la recorres, verás a Alfonso Reyes cuando tenía 6 meses o 5 años. Podrás imaginártelo leyendo Don Quijote de la Mancha, Los tres mosqueteros, o bien escribiendo sus primeros poemas.

Sabrás también que su papá fue el general Bernardo Reyes, que ganó batallas importantes como la de Villa de Unión, y que su mamá, Doña Aurelita, lo acompañó muchas veces como lo hicieron las soldaderas valientes.

Pero te preguntarás por qué se llama a esta casa "Capilla Alfonsina", pues bien, porque así la llamó un amigo de Alfonso Reyes: Enrique Díez-Canedo. Él decía que era un santuario del saber, es decir, una Capilla, y Alfonsina por Alfonso.

Reyes nació bajo el Sol de Monterrey el 17 de mayo de 1889, el día de San Pascual Bailón, a quien le compuso un poema que empieza así:

Baile en mi fogón
San Pascual Bailón
Oiga mi oración
Mi santo patrón


Después de Monterrey vino a estudiar a la Ciudad de México. Aquí conoció a Pedro Henríquez Ureña, quien le aconsejó escribir un libro de ensayos, cosa que hizo.

Ese primer libro de Alfonso Reyes se llama Cuestiones estéticas y lo publicó cuando apenas tenía 21 años. Pero lo más asombroso es que gustó tanto, que Reyes recibió cartas de felicitación de muchas partes del mundo. Pero antes, en 1909, formó un grupo maravilloso de jóvenes a quienes les interesaba la cultura; se llamó El Ateneo de la Juventud. A él pertenecieron Alfonso Reyes, Julio Torri, José Vasconcelos, Antonio Caso, Enrique González Martínez, Martín Luis Guzmán y el propio Henríquez Ureña. Cómo se volvería de famoso este grupo, que ahora mucha gente viene a la Capilla Alfonsina a estudiar las cartas que esos escritores se mandaban unos a otros, para hacer sus tesis.

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