Sol de Monterrey



Luego vino la Revolución, y Reyes se recibió de abogado. Acabando de presentar su examen profesional, lo nombraron secretario de la Legación Mexicana en París, pero cuando casi acababa de llegar allá se declaró la Primera Guerra Mundial y tuvo que irse a España con su esposa y su hijo, que apenas tenía unos cuantos meses de edad.
En Madrid vivían en una casa tan fría que hasta uno de sus amigos, José María Chacón y Calvo, decía que era "La casa de hielo", y era tan húmeda que Alfonso Reyes tenía que escribir sus libros y sus artículos calentándose con un bracerito de carbón que Manuelita, su esposa, colocaba debajo de la mesa.

Una vez a Reyes se le ocurrió comprar un costal de papas para ahorrar dinero, pero las papas empezaron a echar raíces y ya no se las pudieron comer. Total, que esos tiempos no fueron nada fáciles, mas tuvo la suerte de conocer a escritores que, poco a poco, lo fueron ayudando. Entre ellos a Don Ramón Menéndez Pidal, a Valle Inclán (quien le regaló el muñequito de trapo que está en la Capilla), a Juan Ramón Jiménez (el autor de Platero y yo), y a muchos otros.


También tuvo la suerte de que le empezaran a encargar traducciones y libros de clásicos españoles para la editorial Calleja. Con Menéndez Pidal trabajó mucho en el Centro de Estudios Históricos de Madrid y ahí aprendió muchas cosas y, además ya pudo comprar más comida y vivir mejor con su familia. Diez años estuvo en España; los primeros cinco viviendo sólo de lo que ganaba como escritor, y los otros cinco como Encargado de Negocios de la Legación de México.

De estas épocas hay una foto donde podrás verlo vestido con su uniforme de diplomático y también verás los diplomas y las medallas que le dieron por sus muchos méritos.


Allá por el año de 1915 publicó su Visión de Anáhuac, donde nos cuenta lo que Hernán Cortés encontró al llegar a lo que ahora es la ciudad de México. Este libro se ha vuelto tan famoso que lo han traducido al francés y hoy se estudia nada menos que en la Sorbona de París, en Francia.


Años más tarde, en 1924, publicó un poema dramático que se llama Ifigenia cruel. Visión de Anáhuac consagró a Alfonso Reyes como prosista e Ifigenia como poeta.


Alfonso Reyes, al hablar de su Visión de Anáhuac, decía que el mejor premio que había recibido era el ver que todos repetían las palabras con que empieza: "Viajero, has llegado a la región más transparente del aire".


De España, Alfonso Reyes se va nuevamente a París, después de haber visitado México y haber cumplido una misión especial ante el Rey de España, Alfonso XIII, misión que le encomendara el Presidente Alvaro Obregón.

Esta nueva época francesa sería mejor que la primera, pues ya no había guerra y Reyes era Ministro de su país. Su principal compañero de este segundo París fue el abate González de Mendoza, fino escritor, quien en su artículo Alfonso Reyes anecdótico nos habla de los amigos que iban a casa de Reyes, del duende que algunas veces lo visitaba y de los paseos que hicieron juntos por la capital francesa. Una vez, al salir de las carreras de caballos, Alfonso Reyes hizo un poema a París que termina así:

Desde cada pestaña una
Gotita de risa le tiembla
Mientras divaga el ala de la luna
Ente la noche coqueta de estrellas.

Alfonso Reyes conoció, en esos años, a Valery Larbaud, autor de una novela muy bonita que se llama Fermina Márquez, y tanto a él como al propio Alfonso le gustaban los soldaditos de plomo. En la Capilla Alfonsina están los que Reyes trajo de Francia.

En 1927, Alfonso Reyes tiene que viajar otra vez con su familia, pues lo han nombrado Embajador de México en la Argentina. Así que hacen sus maletas, pasan unos días en México, en Monterrey, y se embarcan rumbo a América del Sur. Ya desde antes de su llegada, aparecen artículos llenos de cariño y admiración en los principales periódicos y revistas.

A Alfonso Reyes le gustaron los nombres de las calles de Buenos Aires, así que les compuso un bello poema titulado Candombe porteño, que empieza así:

 Las calles de Buenos Aires
Tienen nombre tan gentil
Que dan ganas de bailar
Cuando se las nombra así:
-Sarandí - Sarandí - Maipú -
-Tacuarí-
-Gualeguay y Gualeguaychú

Si repites estos nombres te darás cuenta que tienen música y, como dice él, te darán ganas de bailar. En Argentina, Alfonso Reyes escribe también una pequeña pieza de teatro para niños que se llama El pájaro colorado y que representaron su hijo y unos amiguitos. Todos se vistieron con trajes de papel de colores. En esos años Alfonso Reyes escribió Fuga de Navidad, donde nos cuenta aquella primera Navidad que pasó en España, cuando no tenía dinero. Este cuento lo publicó con unos dibujos de Norah Borges. Ella era hermana del gran escritor argentino Jorge Luis Borges. En la Capilla Alfonsina verás fotos de ese escritor, así como las cartas que Reyes y él se escribían.

De Argentina se va Reyes a Brasil, ahí aprende portugués y conoce también a muchas personas importantes como Rachel de Queiroz, Manuel Bandeira y Jorge da Lima, entre otros.

Si te he paseado un poco por la vida de Alfonso Reyes es, más que nada, para darte una idea de lo mucho que trabajaba, estudiaba y escribía. Y además para que cuando veas sus diplomas y sus medallas sepas que se les dieron por todo eso.

En 1939, Alfonso Reyes viene a vivir definitivamente a México, en su Capilla Alfonsina. Él la mandó construir especialmente para sus libros, sus diplomas y medallas, sus cuadros y sus objetos.

Seguramente tú sabes quien fue Diego Rivera; pues en la Capilla hay un cuadro, Plaza de toros de Madrid, que él le regaló a su amigo Alfonso Reyes. También la esposa de Diego Rivera, Angelina Beloff, le regaló muchos cuadros bonitos como el de los mapaches en el árbol.

Ahora te contaré que Alfonso Reyes fue un abuelito maravilloso, siempre alegre. Le gustaban los caballos, los perros y los pájaros. Una vez compuso este poemita a un gorrión muerto de hambre y de frío:

Friolento, flaco, tildío
Que parado en el alambre
Estás engañando el hambre
Con tu tiripiquitío.

Reyes siempre estaba estudiando, leyendo, escribiendo y, en sus ratos libres, le encantaba platicar.
Cuando Reyes murió, el 27 de diciembre de 1959, en todo el mundo le hicieron homenajes. Desde entonces su vida y su obra se estudia en las principales universidades nacionales y extranjeras. Reyes escribió más de cien libros.

Alicia Reyes      

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